Desde el nacimiento y hasta nuestra muerte, los seres humanos atravesamos etapas de dependencia. Al comienzo de nuestra vida, esa dependencia es absoluta porque nuestra vida depende enteramente de que otro nos cuide y nos quiera. Con el único cuidado de nuestro ser biológico no podríamos sobrevivir y si al nacer nadie nos quiere, morimos.
Desde ese estado de dependencia total, vamos transitando por la vida apoyándonos en quienes nos rodean hasta poder lograr una dependencia relativa: necesitamos al otro pero de forma diferente porque cada vez nos tenemos más a nosotros mismos, hecho que nos permite ir desprendiéndonos.
Nuestra sexualidad, nuestra vocación y todo lo que nos define son aspectos que vamos construyendo a través de esos vínculos, dado que somos seres bio-psico-sociales.
La pareja es una de las estructuras vinculares mediante las cuales un individuo puede actualizar parte de su personalidad e ir desarrollándose, siendo en la misma donde se despliegan ansiedades inconscientes y conscientes respecto a nuestra propia historia de dependencias.
En la respuesta a esta cuestión se desplegarán los elementos que constituyen la pareja: el tiempo, el grado de maduración con la consiguiente capacidad de auto soporte , la capacidad afectiva, económica y el desarrollo de la sexualidad.
La pregunta planteada más arriba tendrá distintas respuestas a lo largo de la vida de un mismo individuo, ya que no es lo mismo querer una pareja para formar una familia, para compartir la vejez, para alejarse de los padres, para cumplir con un ideal social, por no querer estar solo o como un acompañamiento complementario amoroso.
Probablemente, a lo largo de la vida vayamos encontrando distintas respuestas y el punto que quería señalar hoy es que prestemos atención a la estructura de la respuesta ya que en sí misma encontraremos una significación muy profunda: ¿quiero tener pareja o quiero estar en pareja?
Estar en pareja significa aceptar que básicamente sólo puedo aspirar a tenerme a mí, con todo el trabajo que ello significa a lo largo de la vida. Si la elección de pareja se realiza a partir del ser adulto, la dependencia siempre es, en definitiva, parcial. Pensar que sin el otro yo soy. Quizás me gustará más estar con el otro que sin el otro, pero lo importante es pensar que no voy a dejar de ser sin el otro, por más que me cueste pensar que no podría vivir sin él o que él podría existir sin mí.
La realización en la pareja nos ayuda a soportar el desamparo existencial, pero estamos mejor predispuestos a crear una pareja sana si aceptamos que el otro está porque quiere y no porque yo “lo hago” estar, así como aceptar que yo estoy porque quiero y no porque el otro “me hace” estar.
Se trata de comprender la diferencia entre el amor y la posesión. “Tener” pareja, en este sentido, apuntaría a la posesión de otro para crear la ilusión de que nunca me sentiré solo. “Estar” en pareja apunta a aceptar la soledad existencial que a todos nos atraviesa y que intentamos calmar con la placentera compañía de nuestro amado/amada…..Y el resto de los vínculos que podemos trabajar para construir y que constituyen nuestro universo personal.
Dice Octavio Paz que el amor es la revelación de la libertad del otro. Y esa revelación es siempre dolorosa, porque el amado se presenta simultáneamente como un compañero con el cual cohabitar durante nuestra existencia y a la vez seguirá siendo una conciencia impenetrable… Y es que sólo podemos aspirar a poseernos a nosotros mismos a través de un trabajo constante y en parte ilusorio.
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