Sabemos que la alimentación está ligada íntimamente a nuestra condición humana, no solo como una cuestión fisiológica sino también como un hecho cultural. Mucho más aun: a través de la alimentación y de las diversas formas de preparar la comidapodemos transmitir nuestro cariño y nuestra manera de pensar y de actuar en la vida; resulta, en definitiva, una manera de comunicarse utilizada por muchas familias para reforzar sus vínculos afectivos, por poner un ejemplo gráfico y evidente.
En todas las culturas, la elección de los alimentos para nuestras comidas está condicionada por creencias o por aquello que consideran que es bueno o nocivo para el cuerpo, para la salud e incluso para el alma. De ahí que en el proceso educativo de un niño / adolescente hagamos hincapié en un tipo de dieta saludable que vaya cincelando y construyendo unos correctos hábitos alimenticios.
En los adultos, la comida pasa a desempeñar funciones muy importantes que van más allá de la subsistencia, tales como socializar para entablar las relaciones humanas con las que cerrar negocios o simplemente profundizar en el conocimiento de la gente.
¡Hasta aquí podemos ver que la comida es un vínculo y como tal está cargada de cuestiones culturales, emocionales y sociales; pero qué pasa cuando utilizamos esta relación con la comida para suplir otras carencias como por ejemplo tranquilizar una angustia o la ansiedad ante alguna situación que nos excede o como sustituto de algo que sentimos que nos está faltando en la vida: un trabajo o una relación?
En las sesiones de coaching, trabajamos con estos temas muy habitualmente y los estructuramos con el cliente en tres pilares fundamentales que tienen que ver con una cuestión de actitud, un replanteamiento de un estilo de vida, un nuevo enfoque en su alimentación y un entrenamiento emocional.
- La actitud tiene que ver con la posibilidad de modificar progresivamente el modo en que se piensa y se siente respecto del cuerpo, la comida y el movimiento, para fortalecer la decisión de hacer un cambio en la vida, aprendiendo a conocer y utilizar técnicas para reducir la ansiedad y el estrés.
- El estilo de vida tiene que ver con aprender nuevas conductas y maneras de gozar de la vida, de las relaciones y hasta de sí mismo, sin falsos apoyos como la comida, el atracón o la dieta exagerada, aprender a fortalecernos de manera individual y en grupo.
- Referente a la alimentación, hay que disfrutar de la comida sin culpa. La alimentación equilibrada es una de las claves para mejorar el estilo de vida. No hay alimentos prohibidos, sólo conviene dar más preferencia a algunos y menos a otros.
- En cuanto al entrenamiento emocional, el coaching de grupo es un aliado excelente que entrena al cliente en las habilidades de manejo y adaptación a su situación particular y a su vida cotidiana. Las personas aprenden a seleccionar los objetivos para poder modificar su alimentación, aumentar su actividad física, controlar su peso de forma efectiva, reconocer síntomas, etc. El grupo sirve de apoyo para manejarse con éxito en situaciones como salidas a comer, fiestas, fines de semana, momentos de presión y estrés.
Como nos lo decía Quintiliano: “conviene comer para vivir, no vivir para comer”.